Sobre mi


¡Bienvenidos!

lunes, 23 de abril de 2018

Educación en el siglo XXI. La educación emocional.



La educación emocional.



En los últimos años se han producido grandes avances en los modelos educativos, dejando obsoletos aquellos que privilegian aspectos cognitivos sobre los emocionales.


En la década de los noventa se produce un avance significativo en el estudio de la inteligencia emocional. Goleman (1995) se referirá a los elevados costes del analfabetismo emocional (crímenes, violencia, arrestos, uso de armas de fuego, suicidios, inseguridad ciudadana, depresión, ansiedad, estrés, desordenes de la alimentación, abuso de drogas y alcohol). Numerosos autores posteriores, evidencian las consecuencias negativas que tiene la ausencia de educación emocional, en todos los aspectos de la vida, tanto para el propio individuo, como para la sociedad. 
La  sociedad esta tomando conciencia de la importancia de incluir la educación emocional dentro del proceso de formación de personas, de forma integral.

Por otro lado, los cambios producidos en el mundo por las nuevas formas de comunicación, que avanzan de forma imparable, y su gran repercusión en todos los aspectos de la vida, ponen de relieve la importancia de llevar a cabo estrategias de prevención y alfabetización emocional necesarias, a través del sistema educativo, como respuesta a un déficit en la formación básica del alumno.

Los nuevos modelos educativos incluyen la educación emocional como parte de la educación integral del individuo. La educación emocional posee una estructura compleja y requiere gran esfuerzo de la persona para conocerse a si misma, por lo que es necesario implementarla de forma gradual desde etapas tempranas, con profesores emocionalmente competentes por su importancia en el aprendizaje, por ser  modelos para los niños y por las consecuencias para éstos en su aprendizaje, sentimientos, emociones y  rendimiento académico, y su vida en general, pues todo ello esta interrelacionado.


 Las emociones son útiles y necesarias y necesitan su espacio. Aprender a identificarlas, cultivar las buenas, y aprender a controlar las que tienen consecuencias negativas, es un primer paso en el gran viaje de las emociones a lo largo de la vida.